Cada gesto cuenta

Soy de las que cuando entra en una tienda o en una oficina saludo, digo «buenos días», «buenas tardes». De las que pide las cosas por favor. De las que utiliza el usted para dirigirme a las personas mayores o desconocidas. De las que en el restaurante felicita al cocinero o cocinera por lo rico que estaba el menú. De las que deja la silla en su sitio y recoge la mesa. De las que entra en un baño público limpio y lo deja como se lo encontró . De las que da las gracias cuando sirven un café o cuando el camarero retira los platos. De las que dice «muchas gracias» cuando ceden el paso o cuando la dependienta envuelve un regalo con mucho mimo.

De hecho, doy las gracias constantemente porque considero que debo agradecer lo que me da la vida, y lo cotidiano, las personas con las que te relacionas, los lugares que pisas, lo que pasa por tus manos, es vida.

Estamos hablando de respeto, de educación, de empatía…en definitiva de poner en valor aquello que nos es próximo.

Cuando agradeces haces feliz a alguien. Cuando sonríes mientras saludas despiertas algo positivo en la otra persona. Cuando felicitas al cocinero por el menú, éste entiende que valoras su trabajo.

Tu actitud frente a la vida  se refleja en tu casa. Cuando cuidas tu ropa, organizas tus armarios, cajones, estanterías, cuando armonizas las diferentes estancias prestando atención a los detalles, utilizando productos naturales para la limpieza… También cuando cierras el grifo para no malgastar agua, cuando llevas tu propia bolsa a la compra, cuando compras a granel y dices «no» a los plásticos. 

Se trata de eso, de gestos pequeños y cotidianos que se convierten en hábitos saludables que nos definen como personas que se preocupan y ocupan de lo que nos rodea. 

Por eso, si queremos dejar huella, una huella positiva y amable, cada gesto cuenta. 

OyA también quiere dejar su huella, por ello este año te hablaremos de esos pequeños gestos que suman.